lunes, 20 de junio de 2011

Salve Argentina, Bandera AZUL y BLANCA

El nombre de este blog no es antojadizo ni arbitrario. Y tampoco es arbitraria la fecha de esta publicación, en coincidencia con la conmemoración del día de la bandera en homenaje a quien reconocemos como su fundador, el patriota don Manuel Belgrano.
Buscando un nombre representativo del Pensamiento Nacional, surgió espontáneamente el homenaje a la bandera argentina original, como fue durante los años de la gloriosa gesta de formación de la patria.
Es por lo tanto, una reivindicación del pabellón azul y blanco, por el cual bregaré permanentemente.

Nos referimos a la bandera que flameó en Rosario y Buenos Aires desde 1812 (si no antes) y luego en Salta y el Alto Perú (donde se conservó una copia con sus colores originarios) con Belgrano; en Salta con Guemes; en San Lorenzo y Chile con San Martín; en Guayaquil, Baja California y toda Centroamérica con Brown, Bouchard y Aury; en la Confederación Argentina durante la lucha independentista y la posterior organización nacional; en las Islas Malvinas desde la toma de posesión por nuestro país el 6/11/1820 por parte de David Jewett; en Ituzaingo durante la guerra con Brasil; en la Vuelta de Obligado; y tantas otras veces más, y sigue viva en el corazón de mucha gente de bien que siente con fuerza el ser nacional.

Azul es la bandera de Artigas, y también la definitiva del Uruguay, una de las más bellas de la tierra, que tiene los mismos colores que debe tener la nuestra, porque no era ni más ni menos que la tierra hermana de la nuestra. ¿De que Bandera se habrán querido diferenciar Artigas y Urquiza al cruzar sus Pabellones con una diagonal roja? ¿De dónde creen que toma sus colores la bandera del país hermano de la otra orilla del río color de león?

Y era azul también la bandera que Manuel José Arce, héroe de la independencia centroamericana vio como emblema de la libertad y eligió para las repúblicas de Centroamérica que heredaron sus colores de la nuestra.


Azul un Ala, es la bandera de la patria mía.

La primera referencia que tuve acerca del color de la bandera nacional, no la voy a olvidar, porque no me fue enseñada durante mis años de instrucción oficial. Recuerdo que estando de vacaciones compré un librito pequeño llamado "breve historia de la problemática argentina" que es la compilación de unas charlas de Perón en el exilio. Si hay algo que no se le puede negar al Viejo, es su conocimiento de la Historia Argentina, en especial la militar, pues fue profesor de la Escuela Superior de Guerra. En ese librito describe que Juan Lavalle adapta la bandera al color celeste cuando inicia la campaña contra Rosas en 1840 o 41, ayudado por las tropas francesas.
Es decir, que nuestro héroe de la Independencia, devenido en la “Espada sin Cabeza” manchó la que ahora se utiliza como bandera oficial, con un acto de traición a la patria. Esa fue en verdad, la primera vez que se usa tal bandera.

...“Ni siquiera enarbolaron (los libertadores) el pabellón nacional azul y blanco, sino el estandarte de la rebelión y la anarquía celeste y blanco para que fuese más ominosa su invasión en alianza con el enemigo” (Coronel salteño Miguel Otero en carta Rufino Guido, hermano de Tomas Guido, el 22 de octubre de 1872. Memorias. ed. 1946, pág. 165).

Antes y después, e inclusive en Caseros, ambas banderas son azules y blancas. La de Rosas y la de Urquiza.


Repasemos la historia

No viene mal recordar, pues hay muchísima literatura al respecto, que la heráldica reconoce sólo 7 colores, que son precisamente los del arco iris. Que tenía fuerte arraigo en la España que nos legó la cultura. Nuestros colores fueron siempre el azur y plata (azul y blanco).


Manuel Belgrano, en su declaración al Triunvirato, llama celeste al color de la bandera en referencia al cielo. La palabra celeste era por entonces sinónimo de azul. Y dice claramente en su misiva, que el color que le dio a la bandera, es similar al que se usaba hasta entonces.

27/02/1812: “… los colores de nuestros enemigos, son los que hemos usado hasta ahora, y me atrevo a decirle Excelentísimo Señor: ¡Abajo esas señales que para nada nos han servido y pareciera que hasta ahora no hemos roto las cadenas de la esclavitud!”.

28/02/1812: “Juremos vencer a los enemigos de la Patria, para que la América del Sud, sea un Templo de Unión y Libertad y Juremos la Bandera Argentina que nos reconocerá en el mundo, con los colores que usan varios Regimientos de Buenos Aires.”

Terminada la Ceremonia, volvió a escribirle al Triunvirato comunicándole: “Siendo preciso enarbolar Bandera y no teniéndola, la he mandado a hacer con los colores de varios Regimientos, espero que sea de su aprobación.”


En aquella época, era habitual que los ejércitos vistieran del color de sus banderas. Rojos eran los españoles, y azules, los argentinos. Los Patricios y los Granaderos, tomaron sus colores de los que ya distinguían a los antiguos criollos. ¿Alguna vez el uniforme del Regimiento de Infantería 1 Patricios fue celeste? No que alguien pueda recordar.
De hecho NINGUN uniforme de ninguna fuerza nacional es de color celeste, del tono que hoy lo conocemos o toma la bandera. Cosa por demás, extraña.

La primera referencia real a nuestra bandera, está dada por el agente británico en la corte de Brasil, Juan Rademaker, quien el 26 de mayo de 1812 da cuenta en una carta a Lord Strangford de haber estado el día anterior presenciando la obra de teatro que conmemoraba el segundo aniversario de la constitución del primer gobierno patrio, indicándole que dicha obra finalizaba con el protagonista agitando desde el escenario la bandera nacional azul y blanca.

“… con motivo de celebrarse el 2do. Aniversario de la Revolución de Mayo, en la función teatral de homenaje, se presentó al público la nueva Bandera Nacional que es de color AZUL y blanco”.


Y luego de los primeros triunfos de la flota comandada por Guillermo Brown (octubre de 1814) el uniforme nacional de la Marina, queda definido como casaca y pantalón azul y chaleco blanco.
Pregunta: ¿la bandera podía ser entonces celeste y los uniformes azules? ¿había tela para hacer unas de un color y otros del otro o debemos aceptar realmente que todos tenían el mismo color y este no era el celeste tal como lo conocemos actualmente sino el azul oscuro de nuestros primeros pabellones?.


De la misma manera se argumenta acerca de las instrucciones que Anastasio Echevarría, armador de La Argentina le entrega a Bouchard con su patente de corso. “En caso de trabar combate enarbolará la bandera celeste y blanca”.
Ahora bien, el color de la bandera de Bouchard era AZUL.
O el francés era daltónico, o era un jodido reaccionario, o justo en los meses en que esperaba en puerto para zarpar no había tela del color que hoy se conoce como celeste en toda la plaza para hacer las banderas, o aceptamos que las denominaciones azul y celeste eran por entonces sinónimos y la bandera fue siempre (o bien originalmente) azul y blanca.


Adicionalmente, cuando el comandante Aury está en Buenos Aires en 1818, previo a la partida hacia el Caribe, recibe la revista a sus tropas y buques de parte del Director Supremo JM Pueyrredón, ocasión en la que se enarbola el pabellón de color azul y blanco. Como se indicó arriba, Aury es el portador de la patente de corso que enarboló la bandera argentina en las costas del caribe, inspirando a los patriotas centroamericanos en su lucha por la libertad y a Manuel José Arce para la creación de la bandera.
Una buena referencia a estas campañas se encuentra en el libro “Corsarios Argentinos”, escrito por el presidente de la Academia Nacional de la Historia, Miguel Angel De Marco. Allí se da cuenta de que las banderas de Nicaragua, Honduras y El Salvador, son azules y blancas por tomar de ejemplo las de varios corsarios de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Pero como De Marco es mitrista, (y tiene a su hija escribiendo en la tribuna de doctrina) como también lo es la academia de marras, se cuida de nombrar a la bandera siempre con el color unitario, pero no puede tapar el sol con la mano, y hace una referencia velada sólo en la literatura referencial, a un muy buen libro: el de “La bandera argentina inspiradora de los pabellones centroamericanos”, escrito por el embajador Carlos A. Ferro. En este libro abundan referencias al color azul y blanco original de nuestra bandera.

No resulta lógico que todas estas banderas originadas en el pabellón argentino sean todas de color azul intenso, y la que se utiliza actualmente de color celeste desteñido. A usted, argentino ¿no lo avergüenza ver en balcones y peor aún en edificios oficiales, banderas descoloridas, en dos tonos de grises? Eso no honra la historia nacional.


Bartolo, el tergiversador de la historia

Como la historia se conecta permanentemente, podemos realizar analogías con los hechos del presente, o del pasado reciente.

En aquellos tiempos, la Argentina pionera en las luchas independentistas, acompañaba y propiciaba la gesta emancipadora de nuestros países hermanos.
Podrá observarse que no es simple coincidencia la similitud con el viaje de Néstor Kirchner a Honduras para defender la democracia de aquel país hermano.

En cambio, el precursor del cambio del color de la bandera, don Bartolomé Mitre, el hombre que falseó nuestra historia, el que cultivó la cultura del desprecio por lo latinoamericano y siempre miró hacia Europa, cuando le tocó defender a una nación hermana acompañando al resto de Latinoamérica (invasión de Francia a México en 1862) fue el único país que le dio la espalda al resto del continente. Es obvio que también despreciara la historia de nuestra bandera nacional como inspiradora de los pabellones de los países centroamericanos, y propusiera el cambio de sus bellos colores originales por aquellos de su agrado.

Es también Bartolomé Mitre quien en su “Historia de Belgrano”, afirma: El Ejército de Belgrano formó un cuadro, presentándose el Cnel. Díaz Vélez, trayendo al son de la música y con escolta, la Bandera AZUL y blanca, la misma que había debido arriar por orden del Triunvirato, decidiendo guardarla hasta el día de la Gran Victoria, que habiendo llegado, decidió presentarla y hacer jurar a su tropa y aprovechó la oportunidad para Jurar Fidelidad a la Patria.

Pero ya en el año 1878, después de la Guerra del Paraguay, Buenos Aires finalmente impuso en la práctica la "versión unitaria" de la bandera en todas las instituciones oficiales. Lo hizo a través de la imposición del falseador de nuestra historia, el tipo que nos la vendió cambiada para los siguientes 130 años (Mitre, quién sino) tipo nocivo para el país, para Sudamérica y sólo útil a los intereses del entonces imperio del Brasil y especialmente de la Gran Bretaña que desde entonces nos colonizara económicamente por casi cien años.

Fue cuando a raíz del patrocinio del color celeste por el entonces recientemente designado presidente, Domingo F. Sarmiento (que venía de varios años de exilio, es decir, poco había visto en su país) que decía que “el negro de su color (en referencia al azul oscuro) fue un invento de los bárbaros”.
Mitre publicó su “veredicto sobre los colores” en el que indicó que la bandera nacional era celeste (el color de la causa unitaria que abrazó y por la que gobernó a sangre y fuego el país durante los seis años anteriores, convirtiéndose en el mayor genocida de nuestra historia) en lugar del azul utilizado durante más de 65 años hasta entonces. Por supuesto, lo hizo a través del órgano de la antipatria, su tribuna de doctrina, y fue rápida y sólidamente refutado por Mariano Pelliza en primer lugar.
Bartolo se basó entre otros argumentos en un óleo de San Martín hecho en 1828, como si el color adoptado por un artista fuera argumento suficiente. Sin dudas, era mucho más fuerte el argumento de que en su contra, constituían las Memorias del General Espejo, compañero de San Martín, publicadas en aquel 1878, quien recordaba como azul el color original de la bandera de los Andes conservada desteñida en Mendoza. Pero Mitre, que siempre interpretó las cosas como le convino, lo atribuyó a una “disminuida memoria del veterano”. Huelga decir que además, lo tachó de la historia al General, como a todos aquellos que se opusieron a su entreguismo.

Hasta acá tendríamos, incluso sin atender a los hechos fácticos, a la historia novelada de Mitre por un lado, pues eso constituye su primera obra publicada, contra otros dos protagonistas de la historia, uno presente en las luchas por la independencia sudamericana, testigo de primera mano. Pero qué le hacía una mancha más al tigre. El tipo que falseó gran parte de nuestra historia nacional, no podía perderse la oportunidad de hacerlo también con nuestra bandera. La duda es si lo hacía convencido, o instigado.

Sin embargo, como veremos sus daños siguieron y siguen lacerando al acervo cultural de la nación. En su mentira abrevó el General Farrell y finalmente su decreto de 1944 que fijó el color celeste para nuestra bandera. Que duró 40 largos años sin ser revisado, al menos, hasta 1985, cuando el Diputado Lorenzo Pepe presentó un proyecto de ley para retomar el color azul de la enseña nacional. Este proyecto, derivó en el anteproyecto de ley sancionado por la Cámara de Diputados en noviembre de 2001 pocos días antes del incendio de aquel fin de año, que durmió desde entonces, cajoneado en el Senado.


La Historia Reciente
Meses atrás se firmó un nuevo decreto que fija el color de la bandera, que se sobrepone y opone, al proyecto de ley del año 2001, realizado por el Parlamento Nacional con la iniciativa del Diputado Lorenzo Pepe. Entre los que asesoraron a la Presidenta para la firma, se encuentra el personal del Instituto Belgraniano, que mantiene viva la obra del ilustre prócer nacional.
Pero resulta una lástima tener que creer, que en muchos aspectos pareciera tratarse más del instituto de la “Historia de Belgrano y la Independencia Argentina” novelado por Bartolo (otra vez sopa) que de la obra del prócer mismo. Llama la atención por ejemplo, que en la historia nacional, no se registren comentarios contrarios del hijo de Manuel, don Pedro Pablo Rosas y Belgrano, al color de la bandera nacional, siempre azul y blanca.


Y extraña finalmente, que la presidenta firmara ese decreto, por ser una persona instruida, interesada y conocedora de la historia. Tal vez confiara valientemente en los notables reunidos para asesorar al respecto, o no tuviera conocimiento de los considerandos tenidos en cuenta por el General Farrell en su decreto de 1944, donde se muestran las menciones al sustantivo “celeste” omitiéndose toda la historia del pabellón nacional, a los efectos de cambiar el color histórico del mismo (mucha de la cual se publica aquí y en otros trabajos citados).

Lo más extraño resultó el momento en el cual se firmó el decreto presidencial. Fue durante los días en que se proclamó un verdadero acto de soberanía económica, como ser el anuncio de la cancelación de la deuda con el Club de París y cuatro días antes de sorprender a propios y extraños con otro verdadero acto de soberanía, al reivindicar la gesta heroica de Obligado, en donde la bandera que flameaba en nuestras costas no era la de su decreto, sino azul y blanca, inmortalizada por la arenga del General Lucio Norberto Mansilla a las tropas de la defensa:
"Trémole en en el río Paraná y en sus costas el pabellón azul y blanco y muramos todos antes de verlo bajar de donde flamea"
Señora Presidenta, si lee este reclamo de un defensor del modelo nacional, popular, participativo y democrático, créame que en eso estamos. Queremos que siga bien en lo alto el pabellón azul y blanco, y que nos guíe como bandera a la victoria. Porque en realidad, es esa la bandera que “no fue atada jamás al carro triunfal de ningún enemigo en la faz de la tierra”. *

Sería saludable tener una ley FEDERAL con participación de representantes de TODAS las provincias argentinas, donde entre todos nos demos la bandera y otros símbolos patrios. De hecho, el proyecto, con los colores bien definidos, quedó cajoneado en el Senado luego de ser aprobado en la Cámara Baja, desde hace casi 10 años.


Este artículo me resultó mucho más largo de lo que esperaba. La causa bien lo valía aunque quedó mucho material afuera, que servirá para agregar citas y correcciones futuras.


Si llegaste hasta acá y te preguntás de qué forma honrar a la bandera azul y blanca y pedir para que vuelva a ser reconocida y aceptada, humildemente sugiero algunas ideas.

  • En primer lugar, no repudiar a ninguno de los símbolos patrios. Se los podrá criticar e investigar, pero siguen siendo parte de nuestro país y juramos defenderlos.
  • Revisar la historia, Dudar de lo que nos cuentan con espíritu crítico, Investigar y difundir
  • Comprar el pabellón azul y blanco, que cuesta pero se consigue. Y colgarlo en los balcones. Pronto vamos a sorprendernos de ver cuántos somos. Es excelente la iniciativa gubernamental de que mostremos nuestras banderas. Del color que sean, nos identifican como Nación. Pero la azul y blanca es la que nos guió en los años gloriosos del inicio de nuestra vida nacional.
  • Cuando se desee vestir los colores de algún representativo deportivo nacional, elegir cuando lo hubiera, la indumentaria azul, cualquiera sea el deporte que nos guste. He resignado vestir orgullosamente la casaca a bastones, sabiendo que somos uno de los pocos seleccionados con ese diseño, por mantenerme fiel a mis principios. Bandera azul y blanca, camiseta azul y blanca.

* La Necesidad de la Reivindicación, y una reflexión final

Dejé este capítulo para el final, porque no estaba pensado originalmente entre las ideas a publicar, pero creo que no debe ser omitido. Surgió pocos días antes de publicar la nota.


No fue un capricho que nos cambiaran la bandera.

Cuando uno de pequeño en edad escolar observa las banderas de los países centroamericanos no deja de llamarle la atención el parecido con la nuestra.
Pero pronto alguien le dirá que la nuestra no es similar a la de aquellos países lejanos y olvidables. Cuando en realidad, la bandera debería ser la misma.
Es que la hermandad latinoamericana no se enseña(ba) en los colegios.
Y tampoco se enseña la campaña y vuelta al mundo de Hipólito Bouchard, que llevó el pabellón azul y blanco a las costas de California.

¿Alguien oyó a su maestro de primaria o de secundaria inclusive comentar sobre la campaña de Aury y tantos otros, y la influencia que las luchas de ambos a favor de la independencia de los pueblos de América tuvieron sobre el caudillo Manuel José Arce, que inspirado en las insignias que portaban los anteriores en sus viajes de corso, creó la bandera de las repúblicas de Centroamérica que luego devinieron en cinco banderas azules y blancas?
Seguramente que no, y muchos deben estar conociéndolos al leer este artículo (bienvenido si es así).

Mucho menos resulta casual que tampoco se enseñaba hasta ahora la gloriosa gesta de Obligado. Y no solo por la gesta, ni siquiera, porque Rosas estuviera al frente del gobierno de la Confederación Argentina. No era capricho este olvido, sino algo bien premeditado.
En todos estos casos citados, hay un denominador común:
LA BANDERA ARGENTINA ES AZUL Y BLANCA


Hasta aquí, podríamos pensar que la negación la podría haber ejercido alguna facción política. La que escribió la historia oficial, esa que revisionamos a cada momento, mal que les pese a los profetas del odio (porque resultó que son los mismos).


Pero además de todo esto, no debemos perder de vista que la Bandera Azul y Blanca es la que las dos potencias de entonces, Inglaterra primero y luego Francia (hoy los dos en el G7 y con veto en la ONU) debieron desagraviar con 21 cañonazos. Ellos nunca lo olvidaron.
La existencia de esa bandera, sería para siempre, contraria a sus intereses colonialistas y una reivindicación de la soberanía de los países de esta parte del mundo.
Seguramente, en este desagravio especialmente, debamos ver la razón por la cual, el imperio que nos supo colonizar económicamente, pretendió cambiarnos el color de la bandera…

Y fue precisamente en definitiva su mayor agente en nuestro país, el impulsor del cambio del color de la bandera. NADA es porque sí.
En estos días, la Presidenta de la Nación volvió a repetir el irrenunciable reclamo de soberanía argentina sobre las Malvinas, Georgias, Sandwich e
islas del Atlántico Sur. Y asistimos a una nueva negación de las autoridades británicas. No debemos cejar jamás en nuestro reclamo. Pero sería bueno hacerlo portando la bandera azul y blanca. Pues no le temen a la que nos impusieron ellos. Pero seguramente sí, porque ellos también tienen memoria, a la que debieron desagraviar.
Señora Presidenta, desde aquí, le solicitamos que revea su decreto último, y adopte la bandera más gloriosa que supimos tener y con la cual de
seguro, volveremos a Malvinas: AZUL y BLANCA.

20 de Junio de 2011 (último aniversario previo al bicentenario de la presentación de la bandera nacional por el General Manuel Belgrano al Ejército del Norte).


Algunas fuentes de este artículo

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