sábado, 24 de diciembre de 2011

No dejes que te la cuenten

Revisar la historia debe ser una obligación de todo argentino que se siente preocupado por nuestro presente, pues desconociendo la historia, estaremos renunciando a nuestro porvenir. Por ello desde este sitio, apoyamos la creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego.
Por lo que representa como mirada nacional y popular de la historia, por la integridad y reputación de quienes son sus miembros, y porque su creación constituye una nueva muestra de parte del Estado Nacional, representado por el gobierno de los 40 millones de argentinos, de respeto a la pluralidad de voces.

Se han alzado voces contrarias a su creación, generalmente de parte de los guardianes de la oscuridad histórica y de la memoria de algún infame traidor a la patria también. Y también muchas voces en defensa de la decisión tomada por el gobierno.

Se ataca a Pacho O'Donnell, y en realidad, esconden otros motivos en el agravio: jamás le perdonarán que propusiera que un tramo de la actual avenida Sarmiento, en el barrio de Palermo, lleve el nombre de Juan Manuel de Rosas, único gobernador del país que no tiene una calle con su nombre en su ciudad, siquiera, como sí tienen grandes avenidas todos sus rivales políticos, muchos de los cuales, no dudaron en aliarse a fuerzas extranjeras. Ni mucho menos que reivindicara su nombre en dos libros, una biografía y una reseña de las causas y consecuencias de la Vuelta de Obligado, heroico episodio oculto por los detractores de la creación del nuevo instituto revisionista.

En definitiva, la pregunta sigue siendo ¿qué es la investigación de la historia, sin agregarle el reviosinismo de manera constante? ¿Termina alguna vez la tarea del historiador?

Para cerrar, quiero republicar la siguiente nota, aparecida el pasado domingo 18 en el diario Tiempo Argentino, por creer que resume de la mejor manera el pensamiento de muchos de nosotros.


El antiperonismo, un mal que muta a lo largo de la historia

Por Víctor Ramos Miembro del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego.

Primero fue contra los indios, luego los gauchos, luego contra los soldados de la independencia y las guerras civiles, luego contra los peones rurales y finalmente contra los obreros. El antiperonismo es racismo

La creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego levantó más polémica que cualquier programa de espectáculos en la televisión. Y eso es muy auspicioso. La Historia, que es una herramienta que puede ser utilizada para no repetir errores, y este instituto –que se debe dedicar a la investigación y a la divulgación– ya está cumpliendo sus trascendentes objetivos. El historiador y becario del CONI-CET, Luis Alberto Romero, continúa encendiendo la mecha de la polémica; ahora salió a los medios a denunciar a Faustino Siñeriz, vicepresidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET– por mandar una comunicación que según Romero parece: “Un texto de la Junta Militar, amenazando a todos, para que cada uno piense que tiene a un gendarme en su cabeza”, acusa. Pero la realidad es muy distinta. Parece mentira que un profesional de la Historia que debería ser riguroso con los datos, manipule los hechos de manera tan grosera. Esta situación pone en cuestión el método de análisis de Romero en cuanto a la historia, ya que falsea en nuestras narices un presente evidente. ¿Que habrá escrito en su profusa e inescrutable obra sobre el Medioevo?

Con motivo de la polémica contra el naciente instituto algunos académicos de la talla de Romero, Halperín Dongui, Sábato y Chiaramonte, se habían escudado en “la Universidad” en “el CONICET” en “la facultad” y esto naturalmente despertó la reacción de innumerables profesores e investigadores que siendo miembros de estas instituciones no se sintieron expresados por las ideas de estos referentes “liberales” o “sociales”. Esta situación determinó que el vicepresidente del CONICET señalara que los becarios que expresaran opiniones en el debate, no lo hicieran en nombre de la institución sino en forma personal ya que el CONICET es pluralista. ¿Cuál es la amenaza, señor Romero? “Me pegué un susto bárbaro, inmediatamente escribí para preguntarles qué querían decir”, aseguró el asustadizo académico. En una nota que suena a confesión, Luis Alberto Romero dice en el diario Clarín que: “Tras años de lidiar con el tema aprendí una cosa: en buena medida, el peronismo construyó al antiperonismo a su imagen. Creo que para la gente que disintió con Perón fue muy difícil no hacerse antiperonista. Por razones diversas, la primera casi de piel.” Romero se hace el dialéctico. Si el antiperonismo es cruel, persecutorio, fascista, asesino, fusilador e ilegal es porque el peronismo fue igual. “El antiperonismo es la imagen del peronismo”, dice Romero. Y agrega un condimento racista de contenido muy académico: es una cuestión “casi de piel”.

No es común observar en el ámbito universitario profesores abiertamente racistas –en cambio se escuchan solapados argumentos xenófobos envestidos de cuestiones migratorias– por eso las apreciaciones racistas de Luis Alberto Romero no deben quedar en el olvido ya que pueden contribuir a encontrar los fundamentos del antiperonismo.

No es como dice Romero en su pensamiento citado: “El antiperonismo es el reflejo del peronismo.” El peronismo no bombardeó el centro de la Ciudad de Buenos Aires provocando casi 400 muertos civiles; el peronismo no fusiló obreros, ni oficiales del ejército; tampoco el peronismo fue antidemocrático y proscribió a la oposición ni un día; contra los 18 años de los que fue víctima. No, Romero. El antiperonismo es un mal que muta a lo largo de la historia. Primero fue contra los indios, luego los gauchos, luego contra los soldados de la independencia y la guerras civiles, luego contra los peones rurales y finalmente contra los obreros. El antiperonismo es racismo. Lo que el académico Romero y una señora de la esquina de mi casa llaman una “cuestión de piel”

Estamos a la espera del debate con el presidente de nuestro instituto, doctor Mario “Pacho” O’Donnell, pero pareciera que le temen al más tolerante de todos los historiadores argentinos a quienes atacaron duramente llegando incluso a la descalificación personal. Salga del placard Luis Alberto Romero.

sábado, 29 de octubre de 2011

Como para pensar: La garra de Los Pumas es un mito conservador y clasista

Diego Velázquez “La garra de Los Pumas es un mito conservador y clasista”

En una hipótesis contracorriente, este psicoanalista y docente de la UNLZ cuestiona la mirada dominante. “Ganen o pierdan, siempre salen bien parados, mientras que a los futbolistas no se les perdona que ganen dinero.”

Peleando contra la corriente “pumística”, el psicólogo, docente universitario de la UNLZ y humorista Diego Velázquez, escribió: “Los Pumas están aburguesados, juegan todos en Europa, están por la guita, les falta hambre. Hay que jugar con rugbiers del medio local. Ah, no, cierto, no son futbolistas.” Continuó: “De ellos se destaca su pasión mientras que de otros deportes (fútbol y tenis en especial) se destaca que ganan mucho dinero, y no los perdonan si pierden. A Los Pumas no los critica nadie nunca. De esa manera transmiten un mito conservador. Al fútbol no le perdonan su carácter profesional, de allí la fantasía de que antes se jugaba mejor, mito que está presente en textos de El Gráfico de principio del siglo pasado. En cambio, al ‘amateurismo’ del rugby lo resguarda su status social: es el equivalente de ‘no necesitamos trabajar de esto’. Y la ‘garra´’ es una continuidad de eso: no se juega por dinero (reproche que, apenas algo va mal, se le hace al fútbol) sino por pasión. A mi entender, todos mitos conservadores. Aguante Messi.”

–¿De qué estás hablando?

–De cierta visión periodística y de comentarios de mucha gente.

–¿Por ejemplo?

–Muchos hablan del amateurismo cuando en realidad la mayoría de ellos son profesionales que juegan en Europa, una élite también, y está bien que lo sean, porque son buenos en lo suyo. Pero ganen o pierdan, siempre caen bien parados. A los futbolistas sí se les dice que están aburguesados. No se les perdona que ganen dinero.

–Comentarios bien facebookeros: “Que aprendan los del fútbol de la garra Puma” o “Messi no canta el himno, y ellos se emocionan cuando lo cantan”. ¿Coincidís?

–Otra manera de verlo es que Los Pumas se ponen por delante del himno, mientras que los jugadores de fútbol no son histriónicos; son más bien tímidos, al estilo del alumno de la escuela pública, con cierto pudor ante los símbolos nacionales. Se puede ver a esa quietud como positiva. No como una falta de compromiso, sino con un modo de respeto.Pero al futbolista no se le perdona nada. Y la matriz de ese discurso de que no cantan el himno y juegan por dinero es conservadora. Como si hubiera una inocencia perdida, un antes no era así. Un antes que no se sabe cuándo es.

–Es notable la diferencia en los comentaristas de fútbol y de rugby. No critican a los jugadores ni hacen cuestionamientos al equipo técnico, tan típicos en el fútbol. Por qué no le dieron más minutos al fullback o al wing que tenía en el banco, o cosas así, lo que se dice siempre con el diario del lunes.

–El otro día Sabella dijo: “Me conformo con ganar medio a cero”, y lo mataron. Y si Los Pumas juegan a defender, los que tienen que analizar el juego no dicen nada. Hay un acriticismo que, sí, se puede notar claramente. Es una mirada bastante moralista, en el fondo.

–Pero hay una diferencia en la expectativa, creo. En fútbol se espera ser campeón mundial cada vez. Los Pumas encaran un campeonato así con humildad, con el discurso de mejorar y crecer como equipo. Ya meterse entre los ocho está bien. ¿No les reconocés méritos deportivos a Los Pumas?

–Claro, son un muy buen equipo, en la segunda línea mundial. Eso también. No los estoy cuestionando como deportistas ni hablo de ellos. Lo que marco es una mirada que está relacionada con la clase social de la que vienen los jugadores. El trasfondo es ese: aunque no necesitan trabajar, se tiran al piso y se ensucian la camiseta, cuando en realidad eso es intrínseco del juego, no es un mérito en sí mismo. Pero el discurso es: lo hacen por sus valores, valores nobles. Los ponen como ejemplo para “los negros del fútbol que ganan plata”. Es conocida la posición de quienes en el rugby defienden el amateurismo como si fuera una marca de origen.

–¿Leíste en “Cancha Llena”, de La Nación online, el post de un periodista que fue publicado en As, de España?

–No.

–Te lo leo. Ahí es un español, Fermín de la Calle, el que opina que Los Pumas “nunca salen derrotados del campo”. Su artículo está titulado “Los apóstoles de la dignidad”.

–Bueno, es lo que digo. Emocionalmente se los ve como si tuvieran atributos inconmovibles. La garra, la dignidad, el coraje, la entereza. Desde esta posición, Los Pumas por definición nunca flaquean. Y puede pasar que alguna vez flaqueen, que a alguno le pese la camiseta. ¿Por qué no? Son seres humanos.

http://tiempo.elargentino.com/notas/garra-de-los-pumas-es-mito-conservador-y-clasista

La Mejor Alumna – Parte II: Aquella Juventud Maravillosa

Mucho de mi pensamiento para este punto, mientras me daban vuelta las ideas en la cabeza, lo resumió de manera brillante dándome más ideas, Carlos Altamirano, autor del libro “Peronismo y Cultura de Izquierda” en una entrevista brindada al diario Tiempo Argentino.

Es increíble tener la idea en la cabeza y que tenga que aparezca alguien a quien reconozco que desconocía a decir lo mismo que uno pensaba en pocas líneas o de modo parecido como para que lo pueda tomar de guía. Obviamente compré su libro también, que estoy leyendo en estos días (cuando las lecturas de la interpretación de los resultados electorales de los homenajes a Néstor me dejan tiempo).

Siempre admiré muchos aspectos de aquella gente. Con sus aciertos y sus errores. Principalmente, el espíritu solidario que tenían, como no se había visto ni se volvió a ver en el país. Aquellos pibes militaban, iban a misionar a las villas, ayudaban a los más desprotegidos, discutían, crecían, formaban familias, y algunos también, consideraron que la opción armada era la alternativa a seguir, y se jugaron la vida en pos de su ideal. Sobre todo, me lo cuestioné muchísimo en mi juventud, durante los años ’90…

Altamirano hace una mención al kirchnerismo como heredero del camporismo, y que es también el gobierno de quienes se fueron de la plaza en 1974, y que a la vez no optaron por militarizar su lucha. Tal vez sea así. Pero seguramente también sea el gobierno de quienes leían los editoriales de El Descamisado, o de Evita Montonera, medios que intentaban no confrontar con Perón, buscando siempre la forma de entenderlo.

Volviendo al título, esta segunda entrega de la serie, intenta identificar como tal a Cristina, como “la mejor alumna” de entre aquella gloriosa y maravillosa juventud de los ’70.

Y hablando hasta aquí elípticamente de la juventud maravillosa, podemos colegir que fueron los Kirchner, aquellos militantes de La Plata, quienes tal vez sin ser los únicos, los que mejor entendieron la dinámica de aquellos años.

Y aquí deberíamos separar los tantos. La Juventud Peronista movilizaba a cientos de miles de personas por entonces. Lo hizo en Ezeiza, en la Plaza de Mayo, en Olivos, etc. Pero sólo una pequeña minoría de toda esa movilización era parte integrante, adherente, o colaboradora, de los distintos grupos armados. La mayoría de los pibes, no. Aunque existiera una real simpatía con los mismos.

Y aquí aparece nuevamente, dentro del grupo mayoritario, y a la vez en un ambiente altamente politizado como el platense, esa usina de ideas que resultó ser la pareja de Cristina y Néstor. La mayoría de nosotros somos uno políticamente hablando. Ellos tenían la ventaja desde entonces de formar uno entre los dos.

Es imposible no pensarlos como un remolino que se realimenta discutiendo cada idea continuamente hasta elaborarla bien, y formar un bloque sólido de principios para defender.

Para hacerlo gráfico: Si la representación de una idea para cualquiera (en nuestro caso pensando en términos políticos) solía ser la imagen de las lámparas con forma de gota, la de ellos dos son estas lámparas nuevas, de bajo consumo, con los haces de luces entrelazados, que además, iluminan mucho más fuerte y por más tiempo.

Ellos crecieron formando parte de aquella juventud maravillosa y gloriosa. No sabremos si se fueron de la plaza. Si lo hicieron, o lo compartieron, nunca cambiaron de bando. En cuanto pudieron, aunque tal vez les doliera alguna medida, volvieron a leer al Viejo. Estoy convencido que fue así. Y será fácil demostrarlo, cuando en las próximas entregas, desarrolle la idea de la “alumna modelo”.

martes, 25 de octubre de 2011

Perlitas preelectorales para leer con el diario del lunes II

http://www.lanacion.com.ar/1144811-se-condeno-a-si-mismo
Se condenó a sí mismo Por Joaquín Morales Solá | LA NACION

Quizá no lo supo o no lo quiso saber, pero Néstor Kirchner se condenó a sí mismo a la derrota el día en que les declaró a los ruralistas una guerra perpetua. Tampoco imaginó o no quiso imaginar que se sentenció él mismo al descalabro personal el día en el que decidió competir como candidato a diputado nacional por Buenos Aires. Era una buena táctica de campaña para disimular la irreparable pérdida de la mayoría parlamentaria; en el plazo que venció ayer, el resultado fue su ruina.

El kirchnerismo ha concluido anoche como ciclo político. El tiempo que le resta es el de un paisaje resbaladizo, en el que Kirchner hará lo que pueda –o lo que quiera– para preservar una inestable gobernabilidad. Además, el peronismo tiene desde ayer el candidato que buscaba para relevar el liderazgo de Kirchner: es Carlos Reutemann, que ganó en Santa Fe contra la mayoría de los pronósticos. Reutemann es uno de los pocos referentes que el peronismo no discute.

Francisco de Narváez se erigió anoche en uno de los mayores líderes políticos de la Argentina y Julio Cobos se convirtió en el presidenciable de más peso de las corrientes no peronistas. De Narváez no sólo derrotó personalmente a Kirchner, el hombre fuerte de la Argentina durante los últimos seis años; también ganó en el mayor y más contundente distrito electoral del país. De Narváez estaba el viernes decidido a depositar en Mauricio Macri su apoyo presidencial. Aunque Macri no hizo una excelente elección en la Capital, tuvo –debe reconocérsele– un papel protagónico en el proyecto que derrotó a Kirchner por primera vez en 22 años de política. De Narváez contó con el apoyo de Macri en el díscolo conurbano.

De Narváez le aconsejó a Macri, en la noche del viernes último, que lanzara su candidatura presidencial en las próximas 72 horas, si ellos ganaban la Capital y Buenos Aires. Esos triunfos sucedieron. De Narváez está dispuesto a negociar con Macri, Reutemann y Cobos la gobernabilidad de los tiempos inminentes. Lo cierto es que De Narváez sólo quiere despejar pronto el escenario de las futuras elecciones presidenciales.

Elisa Carrió cayó en la Capital, donde salió tercera, y en la provincia de Buenos Aires, donde también ocupó el tercer lugar. Ha cometido errores, aunque sería injusto desconocer que fue el primer exponente de la política argentina en denunciar los desaguisados institucionales del kirchnerismo y la corrupción de muchos funcionarios de confianza del ex presidente. Su candidatura presidencial se diluyó anoche. Hermes Binner terminó siendo víctima de la dura batalla santafecina entre dos presidenciables: él mismo y Reutemann. Binner, como Carrió, no podrá reivindicar un rol presidenciable en las próximas elecciones que definirán a un jefe de Estado.

Sólo Cobos, entre los principales líderes no peronistas, se alzó con un triunfo arrollador en Mendoza. ¿Es sólo casualidad que los tres hombres que tuvieron un notable protagonismo contra Kirchner en el conflicto contra el sector agropecuario (De Narváez, Reutemann y Cobos) hayan ganado en el domingo de elecciones? Seguramente, no. Una lectura de la derrota de Kirchner en Buenos Aires es el profundo rechazo que su figura provoca en el interior rural de la provincia, más profundo que el que estimaban las mediciones de opinión pública. Algo del conurbano se contagió también de esas fobias. Y Reutemann se alejó de Kirchner para que lo votaran los campesinos.

Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete, recurría ayer a Einstein: "Si sigues repitiendo los errores, no esperes resultados mejores", aguijoneaba. Y Kirchner redundó en su error de enfrentar al campo hasta ponerlo de rodillas. Llegó a hipotecar la única solución argentina para esquivar una parte de la crisis económica internacional con tal de no perdonarles a los campesinos la irreverencia de haberle dicho que no. Cometió demasiados errores nuevos: desde pronosticar un nuevo 2001, si resultaba derrotado, hasta pedirle públicamente a De Narváez que se presentara ante un juez sospechado y sospechoso. En los últimos tiempos, sólo se rodeaba de Hugo Moyano y del progresismo peronista, que no es malo por progresista, sino por antiguo.

* * *

Acorralado por derecha por De Narváez y por izquierda por Pino Solanas, lo que decantó ayer es que al ex presidente le quedan muy pocos seguidores, se mire por donde se mire. "Tendrá que parcelar el gabinete entre los gobernadores peronistas si quiere conservar el gobierno", se animó a predecir ayer un alto funcionario kirchnerista. ¿Aceptará Kirchner gobernar con un gabinete parcelado y con un Congreso en contra de él? El Congreso se formará con un oficialismo derrotado en casi todo el país. Su composición física cambiará el 10 de diciembre; su composición política se modificará desde mañana.

Anoche, en la intimidad de un debate consigo mismo, debió pensar que lo que sucedió ayer (cuando perdió hasta en su natal Santa Cruz, que dominó con mano férrea durante casi veinte años) fue algo más que una derrota: fue una guillotina que cayó, rápida y definitiva. No tiene mucho tiempo para contestar aquella pregunta sobre sus posibilidades de controlar el gobierno: los conflictos de la Argentina se abatirán sobre él y su esposa velozmente. Toda derrota opera sólo para diezmar el poder.

Kirchner pertenece a esa raza de políticos que no abandonan el poder hasta que los echan. La incógnita consiste en saber –y aún no se sabe–si él considera que ayer la sociedad lo echó. Debió de ser una dura sorpresa para él si sus palabras íntimas de los últimos días ("Ganaremos Buenos Aires por más de 10 puntos") fueron sinceras. Si fue franco, entonces hay que creer que está desde hace mucho tiempo perdido en un laberinto de paranoias conspirativas.

Solanas fue la expresión de un voto moral y de rechazo a la corporación política tal como es. Al mismo tiempo, el más fenomenal aparato político del país, el peronismo bonaerense, caía batido por un recién llegado a la política. "Jugó la selección argentina contra Talleres de Córdoba. Y ganó Talleres", ironizó un peronista perdidoso.

Es cierto. El núcleo duro del poder se había derrumbado. Kirchner, Daniel Scioli, Sergio Massa, Alberto Balestrini y casi todos los intendentes del conurbano cayeron en un paisaje calcinado por esperanzas derrotadas.

Perlitas preelectorales para leer con el diario del lunes I

http://www.lanacion.com.ar/1346730-quien-sera-el-proximo-presidente

La presidenta Cristina Kirchner ganaría la primera vuelta, pero perdería la segunda. El próximo presidente podría ser Mauricio Macri, con el apoyo de Francisco de Narváez y Eduardo Duhalde, porque hay un principio de acuerdo para concretar una sociedad política. Daniel Scioli iría por la reelección en la provincia porque jamás se atrevería a romper con la viuda. Ricardo Alfonsín triunfaría en la interna frente a Ernesto Sanz, pero
terminaría tercero en la general porque expresaría una versión más honesta del kirchnerismo. Pino Solanas
haría una excelente campaña y les quitaría votos tanto a la Presidenta como al radical. Gabriela Michetti sería la candidata a jefa de gobierno de la ciudad y obtendría más votos en primera vuelta, pero debería esmerarse
mucho para ganar en el ballottage, frente a Daniel Filmus o Solanas, si al final el cineasta decide postularse en ese distrito.

Estas son algunas de las conclusiones parciales sobre las próximas elecciones presidenciales de octubre obtenidas en enero, después de hablar, entre la arena y el cemento, con diversas fuentes: dos ministros que apoyan la candidatura de la Presidenta, un funcionario cercano al gobernador Scioli, un radical que trabaja para Alfonsín y otro para Sanz, personas muy cercanas a Macri, De Narváez y Duhalde y dos encuestadores que no trabajan para el Gobierno.

Cada una de las afirmaciones merece una explicación. Hoy, Cristina Kirchner tiene un poco más del 30 por ciento de intención de voto. Uno de los encuestadores le otorga hasta el 35 por ciento. El mismo profesional asegura que detrás de ella se ubica Alfonsín y enseguida Macri, ambos con un poco menos del 20 por ciento. El otro encuestador sostiene que Macri supera por muy poco al hijo del ex presidente y que hacia fin de año quedó posicionado como la mejor alternativa contra el oficialismo.

La muerte de Néstor Kirchner hizo subir la intención de voto de su esposa hacia un techo que, hasta noviembre pasado, perforaba los 40 puntos. Aquel impulso hizo pensar a propios y extraños que ella podría ganar en primera vuelta. Pero desde ese momento viene cayendo y sus decisiones sobre los sucesos de Villa Soldati le hicieron perder buena parte del apoyo de la clase media.
Ambos encuestadores vaticinan que la curva seguiría en descenso, lento pero continuo, por el desgaste en el
ejercicio del poder.

El ministro cristinista piensa que la mayoría de la gente va a volver a elegir a la Presidenta porque el consumo no se detiene y los recursos que van a gastar en la campaña harán cambiar de parecer a muchos indecisos. Es decir que al núcleo duro del 25% de votos kirchneristas se le van a sumar por lo menos otros 15 para imponer a la jefa del Estado en primera vuelta. "¿Y Scoli?", le pregunté. "Daniel sólo irá por la Presidencia si Cristina se lo pide. Y ella no se lo va a pedir nunca", aseguró.

Un fuerte candidato de la oposición coincide en parte. Acepta que el kirchnerismo posee un núcleo duro del 25 por ciento. Pero asegura que los que jamás votarían a Cristina representan por lo menos la misma cifra y que la porción por conquistar está en el 50 por ciento del electorado no politizado. Es decir: personas que todavía no piensan en las elecciones de octubre porque están de vacaciones, o a punto de empezarlas o de regreso al trabajo y el estudio, después de unos días de descanso.

Para argumentar que para las presidenciales falta una eternidad, el dirigente recordó que en marzo de 2009 el candidato Kirchner tenía una intención de voto del 25 por ciento y que De Narváez apenas arañaba el 15 por ciento. "Tres meses después, el Colorado le ganó a Néstor con un poco más del 30 por ciento de los votos." Para él, la pelea entre la continuidad y el cambio se debería definir, por lógica, a favor del segundo concepto. "Y en la Argentina ninguna fuerza política puede gobernar dos períodos seguidos. Siempre la sensación de hartazgo le ganará al mejor candidato", concluyó.

Pero la pregunta clave es: ¿quién se erigirá como el representante del cambio, lo nuevo o lo distinto? El Gobierno eligió a Macri como su principal adversario porque cree que así polarizará el electorado y ganará las elecciones. Y el jefe de gobierno de la ciudad está seguro de que será candidato a presidente y que De Narváez y Duhalde terminarán apoyando su movida como la única forma de asegurarse que el kirchnerismo no continúe en el poder.

¿Cuáles son las verdaderas posibilidades de Alfonsín? En la Unión Cívica Radical casi nadie duda de que le ganará las internas a Sanz y que eso afectará mucho las expectativas de Cobos. Lo que ponen en duda dentro y fuera del partido es que el diputado nacional sea percibido como la figura capaz de gobernar la Argentina con mano firme frente a factores de poder como Hugo Moyano o dirigentes sociales como Luis D'Elía. En todo caso, Solanas y Carrió van a buscar los mismos votos que persigue Alfonsín. Y una parte de ese electorado es
también el que Cristina Kirchner aspira a seducir para hacer la diferencia.

Si la Presidenta tocó su pico de intención de voto después de la muerte de su marido y los líderes de la oposición irán subiendo en las encuestas a medida que se acerque la fecha de la elección, la gran incógnita será en qué momento se cruzarán las curvas.

Igual, en la Argentina, ocho meses equivalen a más de una vida. Y puede pasar de todo: desde que la Presidenta no se presente por razones personales o porque tema perder la elección hasta que un imponderable como la muerte de un militante termine por colocar todo patas para arriba.

lunes, 10 de octubre de 2011

La Mejor Alumna – Parte I: La Heredera del Legado

Estoy convencido y seguramente no sea el único que piensa que entre Perón, Evita, Néstor y Cristina hay una continuidad en la línea histórica de pensamiento. Donde no todos van a coincidir es en el eje de mi razonamiento, que expongo a continuación.
Perón era racional, pensante, metódico y ajedrecista políticamente hablando. Escuchaba a todos y sabía tragar sapos.
Eva fue pasional, emprendedora, abanderada de las causas difíciles. Vivió a mil y no llegó a disfrutar su obra. Dejó su vida en el esfuerzo, tras ocho años de dura lucha, desde que conoció a Perón hasta su muerte.
Néstor era similar. Tres meses de campaña le bastaron para llegar a la presidencia demostrando sus aptitudes para sumar adhesiones, y guardando lo mejor para demostrarlo desde su discurso inaugural y en lo sucesivo como líder. Su vida fue una lucha a favor de la grandeza de la patria (en lo económico, en lo espiritual y en. Y a esa lucha le ofrendó su vida, dejando su huella en los militantes y en más de la mitad del país.

Y a Néstor, a Eva y a Perón, los heredó Cristina. Sin ningún lugar a dudas, la mejor alumna de los tres, pero especialmente, del viejo.
Porque cuando nombramos a los 4, yo estoy convencido de que Néstor era como Eva. Y Cristina como el Pocho. Su mejor alumna.
Cristina que supo ser una legisladora vehemente en la defensa de sus convicciones, es ahora tranquila, racional, amable en el trato, convincente, sin fisuras en su discurso (al cual nunca necesita leer) ni levanta la voz. Es la mejor alumna, del mejor Perón.

Esto que planteo voy a demostrarlo o sustentarlo. A partir de ahora, con paciencia, intentaré volcar los argumentos de este pensamiento en sucesivas publicaciones.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Somos la Mitad más Uno, somos el PUEBLO y el Carnaval

La semana pasada se dieron a conocer los números del escrutinio definitivo de las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO).

No ocurrió nada que no supiéramos: Ganamos. Y por paliza. Y no por medio punto, o arañando los votos para llegar al 45% consagrado por el Pacto de Olivos. Tampoco el inmediato perseguidor estuvo a menos del 10% para soñar con forzar la segunda vuelta. No señor. Ganamos por escándalo. Sacamos más de la mitad de los votos, y al segundo (y al tercero, y al cuarto, etc, etc.) le sacamos varias vueltas de ventaja.

O sea que las cosas no son como dicen algunos, que medio país no quiere al gobierno actual. Esto queda demostrado, se trata de una falacia atroz. Nunca en la historia de la democracia, un gobierno tuvo el total de la aceptación popular. Ocurre que muchos no lo quieren pero con sano tino, la mayoría gana y gobierna. En este caso, se cumple la premisa. Por lo tanto, darle entidad a la minoría, que además está atomizada, al punto de que ninguno de candidatos opositores representa siquiera a la octava parte de la ciudadanía, es una cuanto menos, una aberración.

Resumiendo: Más de medio país quiere el modelo nacional, popular, democrático y participativo, y el resto… perdió. Poniéndolo en números, por cada uno de ellos, hay entre cuatro y seis de los nuestros, según el caso.

Tampoco es como dice el carnavalesco rey Momo, que los votos obtenidos por la presidenta constituyen el 34% del total del padrón. Se olvida que fuimos cerca de 11 millones de voluntades, mientras su jefe hablaba de 8 millones como un resultado ya casi definitivo. Si como dicen las últimas encuestas, Cristina Fernández obtiene alrededor del 53% de los votos emitidos y se acerca a sufragar entre un 78 y un 80% del electorado, el Momo se habrá quedado casi tan corto como su jefe... (Y no sería descabellado pensar que muchos de los votantes opositores no se presenten a sufragar en octubre, y por lo tanto, si bien el total de votantes pueda ser menor, el porcentaje de votos positivos para el oficialismo supere la cifra anterior).

2011 es el año de la reafirmación del modelo por sobre el entreguismo del Grupo A, la cipaya Sociedad Rural de sólo 2000 socios, el Noble diario antiargentino que vende mucho (cada vez menos) pero no tiene representación y la tribuna de doctrina del infame traidor Bartolo (cuyas ventas sí son representativas de lo más rancio de nuestra sociedad) quienes de todas formas no descansarán en sus intentos desestabilizadores.

2012 es el año de los centenarios. El de la bandera de Belgrano, que merece hacerle un lugar al azul y blanco como ya expresáramos, y el de la Ley Sáenz Peña, que permitió el voto secreto de las mayorías. Y precisamente el mejor homenaje que se le puede hacer al Centenario de la Ley Sáenz Peña es entenderla, aceptarla y defenderla. Y en realidad, esa aceptación lleva incluida la aceptación de principios básicos ya adoptados por nuestra sociedad.

· Todos los votos, valen uno. No hay quien pueda creer, suponer o esperar que su voto vale más que el de cualquier otro ciudadano.

· Las minorías, deben aprender a aceptar la decisión de las mayorías. Si los que pretenden seguir adelante con el modelo actual son en conjunto la mayoría de las voluntades del país, habrá que aceptarlo, sin hacer mención a diferencias raciales, de género, sexuales o de ninguna índole.

Aquellos que creen que el pueblo se equivoca, o vota mal, olvidan que la gente vota, mitad pensando en sí misma y cuando le va bien premia al gobierno que trabaja en post del bienestar de la población y mitad pensando en la grandeza de la patria, es decir, por principios y no “contra” algo.

De manera que, como dice una canción popular futbolera, “a ver si lo escuchan, a ver si lo entienden” … “somos la mitad más uno, somos el PUEBLO y el carnaval”. De modo que ganadores y perdedores, a trabajar por el engrandecimiento de la nación, cada vez más justa, libre y soberana.

Y no olviden también, unos y otros, que “los años más felices, siempre fueron peronistas”.

El Entrismo (algunos intelectuales junto al Modelo Nacional)

Decía en mi comentario sobre el último libro de José Pablo Feinmann en una de las primeras publicaciones del blog, que es una muestra excelente (y realizada con mucha altura) del concepto de "entrismo". Es decir, permite entender el concepto con nitidez. Y no pretendo juzgarlo por ser tal, sino hacer algunos comentarios al respecto.
El entrismo fue aquel movimiento tendiente a agregar nuevas ideas a las originales del peronismo, para agrandarle su base de pensamiento y social, y en lo posible, moverlo tal vez un poco hacia la izquierda. Es el motivo por el que Feinmann y otros intelectuales se acercaron al peronismo en los 70s, sin dudas con las mejores convicciones, por el que se fueron a mediados de los 80s (este tema dará para otro análisis más sesudo alguna otra vez, que estoy elaborando) y por el cual se volvieron a acercar veinte años después con el advenimiento de Néstor Kirchner al gobierno.
Digo que es una muestra excelente, porque Néstor (tanto pragmático como puro) fue un político muy inteligente, y Feinmann se muestra impoluto, con la limpieza que dan las ideas, pero sin haber bajado nunca al llano, o como se dice en el barrio, "sin entrar jamás al área chica".
Decía que muchas veces el entrismo se trató de Aportar muchas ideas (algunas nuevas, otras no tanto), pero por lo general, sin arremangarse junto a la clase obrera. O intentar explicar los problemas de los argentinos, con ideas que no nacieron aquí, o no se pensaron en el contexto nacional. Por este motivo precisamente, nunca se habló de un Jauretche o de un Scalabrini Ortiz como entristas y sí como representantes del pensamiento nacional.
El entrismo era acercarse al peronismo en tanto representante de la clase obrera. Pero en los 70s se lo hizo repitiendo los errores de la izquierda pre-peronista. Leyeron a Perón, a Evita, a Cooke y hasta se sumaron a los grupos más radicalizados. Y se dieron el gusto de renegar del "viejo". Pero olvidaron la parte más importante. Se olvidaron de mezclarse con la clase trabajadora. Los "grasitas" de Evita. Igual que les pasó a comunistas y socialistas en la década infame, Y es allí entonces donde repitió Feinmann errores del pasado, tanto en su primer acercamiento al peronismo, como en el último.
Para no repetir 100% el error, le propuso a Néstor romper con el peronismo, o con el "aparato" partidario. No se dio cuenta de algo.
El Peronismo, no son solamente Perón, Evita, la marcha, el escudo y todo el amplio abanico que vino después. El Peronismo es una construcción permanente, colectiva, y al mismo tiempo individual de cada uno de quienes nos sentimos peronistas, que evoluciona. Por eso Néstor, que lo interpreta y comprende a Feinmann, pero está algunos pasos por delante de este, lo invita a acompañarlo al conurbano. Para enseñarle peronismo en vivo y en directo. Porque precisamente, mejor que decir, es hacer. Y Feinmann no se anima.
Y ese no animarse, resume el entrismo (y en especial al de Feinmann) en una de las grandes frases de ese maestro del pensamiento nacional que supo ser don Arturo Jauretche: "Organicémosnos, y vayan".

lunes, 22 de agosto de 2011

Nadie hablaba de peronismo - Por Julia Mengolini

Una joyita que salió publicada hace unos meses en Miradas al Sur y había guardado con el ánimo de publicar. Lo de pesca con mosca, puede interesarme...


Nadie hablaba de peronismo. Se hablaba de pesca con mosca y en el colegio, Perón había sido apenas un presidente algo autoritario. En la facultad, los grandes profesores de constitucional no daban cuenta de la Constitución del ’49 porque tampoco se hablaba de peronismo. Nuestro espíritu de combate nos llevó a militar en una agrupación independiente, de esas surgidas al calor del “que se vayan todos”, donde nadie hablaba de peronismo. Sí hablábamos de las injusticias, de la desigualdad, de la importancia del Derecho y de la política como herramientas de transformación. Pero nadie hablaba de peronismo.

Por lo bajo, algunos contaban las historias setentistas de sus viejos desaparecidos, otros que habían estado exiliados, resulta que todos eran peronistas, algunos ya lo sabían, otros sentíamos esa incomodidad adolescente de sospechar una identidad y no conocerla, eso de “no sé lo que quiero pero lo quiero ya”. Pero nadie hablaba de peronismo.

Hubo un tiempo en que los contestatarios nos encontrábamos molestos, desorientados, nos costaba asumir que había un gobierno que podía no molestarnos tanto, hasta agradar un poco, finalmente, apasionar. Ser oficialista para alguien que se considera a sí mismo contestatario es bastante traumático, sepan entender. Este nuevo gobierno al que nadie había votado porque nadie sabía ni dónde quedaba Santa Cruz, hizo realidad sueños que teníamos en el llano y era un gobierno peronista.

Así se reincorporó el peronismo al vocabulario juvenil, algo que formaba parte de una leyenda subterránea, de un museo de lo que este país había sido pero que carecía de legitimidad. Se podía ser joven, seguir siendo rebelde y ser peronista sin tener que dar cuenta del menemismo ni de la Triple A. Era cuestión de que alguien se pusiera a hablar de peronismo y se pusiera a hacer peronismo. Entonces pudimos saberlo: éramos peronistas. Los advenedizos tenemos mucho mérito. Hemos estado perdidos, asustados, buscando.

Era cuestión de estudiar la historia argentina con criterio político y con el deseo en juego todo el tiempo para llegar a la simple conclusión: somos peronistas. Y podemos decirlo y serlo tanto como aquellos a los que años antes combatimos, y se llaman a sí mismos peronistas. Pero hemos pasado por situaciones vergonzosas como cantar a viva voz la estrofa equivocada y que nos miren mal los peronistas de cuna. Los peronistas de cuna se ríen de nuestro asombro constante, se burlan de cómo devoramos libros prestados y nos emocionamos con la correspondencia Perón-Cooke. La ventaja que tenemos los advenedizos es que siempre seremos jóvenes peronistas.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Ejercicio contrafáctico

Vos sos parte de la mitad más grande del país.

Vos sos parte de este gobierno.

Vos sos el que se quedó en las malas, cuando perdimos a Néstor y la gente en la calle, mezcla de indignación y tristeza te pedía que hicieras lo contrario.

Vos sos parte de muchas de las decisiones que nos permiten este presente de crecimiento con equidad.

Vos sos en definitiva y seguramente, el verdadero adalid de esta victoria del campo nacional y popular.

Vos sos el verdadero ganador de las elecciones primarias, en silencio, sin pedir nada a cambio. No dejes que te lo quiten.

Porque este ciclo iniciado en 2003 era muy bueno cuando te eligieron para tomar parte del proceso. Y sabemos que Néstor y Cristina te eligieron porque confiaron con acierto, en que vos permitirías mejorar lo bueno hecho y corregir lo que hiciera falta. Y vaya que lo hiciste!!!

Sólo unos meses de gestión bastaron para demostrar quién tomaría las decisiones más importantes para la grandeza de la Patria.

Hoy como peronista, quiero reivindicarte a vos, radical, heredero de Yrigoyen y de las banderas del federalismo que dieron origen a tu partido.

Porque fue una actitud bien valiente de tu parte la que salvar permitió al país del infierno en algún momento en que la Presidenta y su esposo, habían perdido el Norte al querer meterse con los ingresos de los gestores de la verdadera raigambre nacional.

Aquel voto “no positivo” hizo bajar a la tierra a Cristina. Gracias a vos, la Presidenta entendió que le correspondía trabajar como nunca y así realizó el mejor gobierno que hayamos tenido en mucho tiempo.

Lo hizo con todos los medios en contra. También con el Parlamento en contra. Y con la patria sojera (léase la oligarquía terrateniente) en contra. Sólo contó con su voluntad y capacidad de gestión, y te tuvo como el más fiel ladero.

Fue aquel impulso de aquella madrugada el que motivó que surgieran medidas como la reestatización de los fondos de jubilación, el matrimonio igualitario, la inmejorable Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual de la DEMOCRACIA, la Asignación Universal por Hijo, con su impacto en el aumento de la matrícula de inscripción de alumnos en escuelas primarias y tantas otras que hasta parece injusto contigo no enunciarlas completas.

Y este año, cuando la soledad se adueñó de la presidenta, signada por su viudez, te llamaste al más absoluto silencio, y con tu ejemplo de abnegación y trabajo, le marcaste el camino de lo que el soberano pedía para sus gobernantes.

Alguien me enseñó que en la vida, hay que saber ser agradecido. ¿Qué hubiera sido del gobierno de Cristina Fernández, sin aquel, tu voto “no positivo”? Sin dudas, de ninguna forma podría haber sido mejor de lo que fue. Y quiero insistir con esto, sos el artífice impulsor del que se encamina a ser el mejor gobierno de la historia.

La mitad más grande del país, la tuya, y la mía también, no puede haberse equivocado.

¡¡¡Gracias Cobos!!!

lunes, 20 de junio de 2011

Salve Argentina, Bandera AZUL y BLANCA

El nombre de este blog no es antojadizo ni arbitrario. Y tampoco es arbitraria la fecha de esta publicación, en coincidencia con la conmemoración del día de la bandera en homenaje a quien reconocemos como su fundador, el patriota don Manuel Belgrano.
Buscando un nombre representativo del Pensamiento Nacional, surgió espontáneamente el homenaje a la bandera argentina original, como fue durante los años de la gloriosa gesta de formación de la patria.
Es por lo tanto, una reivindicación del pabellón azul y blanco, por el cual bregaré permanentemente.

Nos referimos a la bandera que flameó en Rosario y Buenos Aires desde 1812 (si no antes) y luego en Salta y el Alto Perú (donde se conservó una copia con sus colores originarios) con Belgrano; en Salta con Guemes; en San Lorenzo y Chile con San Martín; en Guayaquil, Baja California y toda Centroamérica con Brown, Bouchard y Aury; en la Confederación Argentina durante la lucha independentista y la posterior organización nacional; en las Islas Malvinas desde la toma de posesión por nuestro país el 6/11/1820 por parte de David Jewett; en Ituzaingo durante la guerra con Brasil; en la Vuelta de Obligado; y tantas otras veces más, y sigue viva en el corazón de mucha gente de bien que siente con fuerza el ser nacional.

Azul es la bandera de Artigas, y también la definitiva del Uruguay, una de las más bellas de la tierra, que tiene los mismos colores que debe tener la nuestra, porque no era ni más ni menos que la tierra hermana de la nuestra. ¿De que Bandera se habrán querido diferenciar Artigas y Urquiza al cruzar sus Pabellones con una diagonal roja? ¿De dónde creen que toma sus colores la bandera del país hermano de la otra orilla del río color de león?

Y era azul también la bandera que Manuel José Arce, héroe de la independencia centroamericana vio como emblema de la libertad y eligió para las repúblicas de Centroamérica que heredaron sus colores de la nuestra.


Azul un Ala, es la bandera de la patria mía.

La primera referencia que tuve acerca del color de la bandera nacional, no la voy a olvidar, porque no me fue enseñada durante mis años de instrucción oficial. Recuerdo que estando de vacaciones compré un librito pequeño llamado "breve historia de la problemática argentina" que es la compilación de unas charlas de Perón en el exilio. Si hay algo que no se le puede negar al Viejo, es su conocimiento de la Historia Argentina, en especial la militar, pues fue profesor de la Escuela Superior de Guerra. En ese librito describe que Juan Lavalle adapta la bandera al color celeste cuando inicia la campaña contra Rosas en 1840 o 41, ayudado por las tropas francesas.
Es decir, que nuestro héroe de la Independencia, devenido en la “Espada sin Cabeza” manchó la que ahora se utiliza como bandera oficial, con un acto de traición a la patria. Esa fue en verdad, la primera vez que se usa tal bandera.

...“Ni siquiera enarbolaron (los libertadores) el pabellón nacional azul y blanco, sino el estandarte de la rebelión y la anarquía celeste y blanco para que fuese más ominosa su invasión en alianza con el enemigo” (Coronel salteño Miguel Otero en carta Rufino Guido, hermano de Tomas Guido, el 22 de octubre de 1872. Memorias. ed. 1946, pág. 165).

Antes y después, e inclusive en Caseros, ambas banderas son azules y blancas. La de Rosas y la de Urquiza.


Repasemos la historia

No viene mal recordar, pues hay muchísima literatura al respecto, que la heráldica reconoce sólo 7 colores, que son precisamente los del arco iris. Que tenía fuerte arraigo en la España que nos legó la cultura. Nuestros colores fueron siempre el azur y plata (azul y blanco).


Manuel Belgrano, en su declaración al Triunvirato, llama celeste al color de la bandera en referencia al cielo. La palabra celeste era por entonces sinónimo de azul. Y dice claramente en su misiva, que el color que le dio a la bandera, es similar al que se usaba hasta entonces.

27/02/1812: “… los colores de nuestros enemigos, son los que hemos usado hasta ahora, y me atrevo a decirle Excelentísimo Señor: ¡Abajo esas señales que para nada nos han servido y pareciera que hasta ahora no hemos roto las cadenas de la esclavitud!”.

28/02/1812: “Juremos vencer a los enemigos de la Patria, para que la América del Sud, sea un Templo de Unión y Libertad y Juremos la Bandera Argentina que nos reconocerá en el mundo, con los colores que usan varios Regimientos de Buenos Aires.”

Terminada la Ceremonia, volvió a escribirle al Triunvirato comunicándole: “Siendo preciso enarbolar Bandera y no teniéndola, la he mandado a hacer con los colores de varios Regimientos, espero que sea de su aprobación.”


En aquella época, era habitual que los ejércitos vistieran del color de sus banderas. Rojos eran los españoles, y azules, los argentinos. Los Patricios y los Granaderos, tomaron sus colores de los que ya distinguían a los antiguos criollos. ¿Alguna vez el uniforme del Regimiento de Infantería 1 Patricios fue celeste? No que alguien pueda recordar.
De hecho NINGUN uniforme de ninguna fuerza nacional es de color celeste, del tono que hoy lo conocemos o toma la bandera. Cosa por demás, extraña.

La primera referencia real a nuestra bandera, está dada por el agente británico en la corte de Brasil, Juan Rademaker, quien el 26 de mayo de 1812 da cuenta en una carta a Lord Strangford de haber estado el día anterior presenciando la obra de teatro que conmemoraba el segundo aniversario de la constitución del primer gobierno patrio, indicándole que dicha obra finalizaba con el protagonista agitando desde el escenario la bandera nacional azul y blanca.

“… con motivo de celebrarse el 2do. Aniversario de la Revolución de Mayo, en la función teatral de homenaje, se presentó al público la nueva Bandera Nacional que es de color AZUL y blanco”.


Y luego de los primeros triunfos de la flota comandada por Guillermo Brown (octubre de 1814) el uniforme nacional de la Marina, queda definido como casaca y pantalón azul y chaleco blanco.
Pregunta: ¿la bandera podía ser entonces celeste y los uniformes azules? ¿había tela para hacer unas de un color y otros del otro o debemos aceptar realmente que todos tenían el mismo color y este no era el celeste tal como lo conocemos actualmente sino el azul oscuro de nuestros primeros pabellones?.


De la misma manera se argumenta acerca de las instrucciones que Anastasio Echevarría, armador de La Argentina le entrega a Bouchard con su patente de corso. “En caso de trabar combate enarbolará la bandera celeste y blanca”.
Ahora bien, el color de la bandera de Bouchard era AZUL.
O el francés era daltónico, o era un jodido reaccionario, o justo en los meses en que esperaba en puerto para zarpar no había tela del color que hoy se conoce como celeste en toda la plaza para hacer las banderas, o aceptamos que las denominaciones azul y celeste eran por entonces sinónimos y la bandera fue siempre (o bien originalmente) azul y blanca.


Adicionalmente, cuando el comandante Aury está en Buenos Aires en 1818, previo a la partida hacia el Caribe, recibe la revista a sus tropas y buques de parte del Director Supremo JM Pueyrredón, ocasión en la que se enarbola el pabellón de color azul y blanco. Como se indicó arriba, Aury es el portador de la patente de corso que enarboló la bandera argentina en las costas del caribe, inspirando a los patriotas centroamericanos en su lucha por la libertad y a Manuel José Arce para la creación de la bandera.
Una buena referencia a estas campañas se encuentra en el libro “Corsarios Argentinos”, escrito por el presidente de la Academia Nacional de la Historia, Miguel Angel De Marco. Allí se da cuenta de que las banderas de Nicaragua, Honduras y El Salvador, son azules y blancas por tomar de ejemplo las de varios corsarios de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Pero como De Marco es mitrista, (y tiene a su hija escribiendo en la tribuna de doctrina) como también lo es la academia de marras, se cuida de nombrar a la bandera siempre con el color unitario, pero no puede tapar el sol con la mano, y hace una referencia velada sólo en la literatura referencial, a un muy buen libro: el de “La bandera argentina inspiradora de los pabellones centroamericanos”, escrito por el embajador Carlos A. Ferro. En este libro abundan referencias al color azul y blanco original de nuestra bandera.

No resulta lógico que todas estas banderas originadas en el pabellón argentino sean todas de color azul intenso, y la que se utiliza actualmente de color celeste desteñido. A usted, argentino ¿no lo avergüenza ver en balcones y peor aún en edificios oficiales, banderas descoloridas, en dos tonos de grises? Eso no honra la historia nacional.


Bartolo, el tergiversador de la historia

Como la historia se conecta permanentemente, podemos realizar analogías con los hechos del presente, o del pasado reciente.

En aquellos tiempos, la Argentina pionera en las luchas independentistas, acompañaba y propiciaba la gesta emancipadora de nuestros países hermanos.
Podrá observarse que no es simple coincidencia la similitud con el viaje de Néstor Kirchner a Honduras para defender la democracia de aquel país hermano.

En cambio, el precursor del cambio del color de la bandera, don Bartolomé Mitre, el hombre que falseó nuestra historia, el que cultivó la cultura del desprecio por lo latinoamericano y siempre miró hacia Europa, cuando le tocó defender a una nación hermana acompañando al resto de Latinoamérica (invasión de Francia a México en 1862) fue el único país que le dio la espalda al resto del continente. Es obvio que también despreciara la historia de nuestra bandera nacional como inspiradora de los pabellones de los países centroamericanos, y propusiera el cambio de sus bellos colores originales por aquellos de su agrado.

Es también Bartolomé Mitre quien en su “Historia de Belgrano”, afirma: El Ejército de Belgrano formó un cuadro, presentándose el Cnel. Díaz Vélez, trayendo al son de la música y con escolta, la Bandera AZUL y blanca, la misma que había debido arriar por orden del Triunvirato, decidiendo guardarla hasta el día de la Gran Victoria, que habiendo llegado, decidió presentarla y hacer jurar a su tropa y aprovechó la oportunidad para Jurar Fidelidad a la Patria.

Pero ya en el año 1878, después de la Guerra del Paraguay, Buenos Aires finalmente impuso en la práctica la "versión unitaria" de la bandera en todas las instituciones oficiales. Lo hizo a través de la imposición del falseador de nuestra historia, el tipo que nos la vendió cambiada para los siguientes 130 años (Mitre, quién sino) tipo nocivo para el país, para Sudamérica y sólo útil a los intereses del entonces imperio del Brasil y especialmente de la Gran Bretaña que desde entonces nos colonizara económicamente por casi cien años.

Fue cuando a raíz del patrocinio del color celeste por el entonces recientemente designado presidente, Domingo F. Sarmiento (que venía de varios años de exilio, es decir, poco había visto en su país) que decía que “el negro de su color (en referencia al azul oscuro) fue un invento de los bárbaros”.
Mitre publicó su “veredicto sobre los colores” en el que indicó que la bandera nacional era celeste (el color de la causa unitaria que abrazó y por la que gobernó a sangre y fuego el país durante los seis años anteriores, convirtiéndose en el mayor genocida de nuestra historia) en lugar del azul utilizado durante más de 65 años hasta entonces. Por supuesto, lo hizo a través del órgano de la antipatria, su tribuna de doctrina, y fue rápida y sólidamente refutado por Mariano Pelliza en primer lugar.
Bartolo se basó entre otros argumentos en un óleo de San Martín hecho en 1828, como si el color adoptado por un artista fuera argumento suficiente. Sin dudas, era mucho más fuerte el argumento de que en su contra, constituían las Memorias del General Espejo, compañero de San Martín, publicadas en aquel 1878, quien recordaba como azul el color original de la bandera de los Andes conservada desteñida en Mendoza. Pero Mitre, que siempre interpretó las cosas como le convino, lo atribuyó a una “disminuida memoria del veterano”. Huelga decir que además, lo tachó de la historia al General, como a todos aquellos que se opusieron a su entreguismo.

Hasta acá tendríamos, incluso sin atender a los hechos fácticos, a la historia novelada de Mitre por un lado, pues eso constituye su primera obra publicada, contra otros dos protagonistas de la historia, uno presente en las luchas por la independencia sudamericana, testigo de primera mano. Pero qué le hacía una mancha más al tigre. El tipo que falseó gran parte de nuestra historia nacional, no podía perderse la oportunidad de hacerlo también con nuestra bandera. La duda es si lo hacía convencido, o instigado.

Sin embargo, como veremos sus daños siguieron y siguen lacerando al acervo cultural de la nación. En su mentira abrevó el General Farrell y finalmente su decreto de 1944 que fijó el color celeste para nuestra bandera. Que duró 40 largos años sin ser revisado, al menos, hasta 1985, cuando el Diputado Lorenzo Pepe presentó un proyecto de ley para retomar el color azul de la enseña nacional. Este proyecto, derivó en el anteproyecto de ley sancionado por la Cámara de Diputados en noviembre de 2001 pocos días antes del incendio de aquel fin de año, que durmió desde entonces, cajoneado en el Senado.


La Historia Reciente
Meses atrás se firmó un nuevo decreto que fija el color de la bandera, que se sobrepone y opone, al proyecto de ley del año 2001, realizado por el Parlamento Nacional con la iniciativa del Diputado Lorenzo Pepe. Entre los que asesoraron a la Presidenta para la firma, se encuentra el personal del Instituto Belgraniano, que mantiene viva la obra del ilustre prócer nacional.
Pero resulta una lástima tener que creer, que en muchos aspectos pareciera tratarse más del instituto de la “Historia de Belgrano y la Independencia Argentina” novelado por Bartolo (otra vez sopa) que de la obra del prócer mismo. Llama la atención por ejemplo, que en la historia nacional, no se registren comentarios contrarios del hijo de Manuel, don Pedro Pablo Rosas y Belgrano, al color de la bandera nacional, siempre azul y blanca.


Y extraña finalmente, que la presidenta firmara ese decreto, por ser una persona instruida, interesada y conocedora de la historia. Tal vez confiara valientemente en los notables reunidos para asesorar al respecto, o no tuviera conocimiento de los considerandos tenidos en cuenta por el General Farrell en su decreto de 1944, donde se muestran las menciones al sustantivo “celeste” omitiéndose toda la historia del pabellón nacional, a los efectos de cambiar el color histórico del mismo (mucha de la cual se publica aquí y en otros trabajos citados).

Lo más extraño resultó el momento en el cual se firmó el decreto presidencial. Fue durante los días en que se proclamó un verdadero acto de soberanía económica, como ser el anuncio de la cancelación de la deuda con el Club de París y cuatro días antes de sorprender a propios y extraños con otro verdadero acto de soberanía, al reivindicar la gesta heroica de Obligado, en donde la bandera que flameaba en nuestras costas no era la de su decreto, sino azul y blanca, inmortalizada por la arenga del General Lucio Norberto Mansilla a las tropas de la defensa:
"Trémole en en el río Paraná y en sus costas el pabellón azul y blanco y muramos todos antes de verlo bajar de donde flamea"
Señora Presidenta, si lee este reclamo de un defensor del modelo nacional, popular, participativo y democrático, créame que en eso estamos. Queremos que siga bien en lo alto el pabellón azul y blanco, y que nos guíe como bandera a la victoria. Porque en realidad, es esa la bandera que “no fue atada jamás al carro triunfal de ningún enemigo en la faz de la tierra”. *

Sería saludable tener una ley FEDERAL con participación de representantes de TODAS las provincias argentinas, donde entre todos nos demos la bandera y otros símbolos patrios. De hecho, el proyecto, con los colores bien definidos, quedó cajoneado en el Senado luego de ser aprobado en la Cámara Baja, desde hace casi 10 años.


Este artículo me resultó mucho más largo de lo que esperaba. La causa bien lo valía aunque quedó mucho material afuera, que servirá para agregar citas y correcciones futuras.


Si llegaste hasta acá y te preguntás de qué forma honrar a la bandera azul y blanca y pedir para que vuelva a ser reconocida y aceptada, humildemente sugiero algunas ideas.

  • En primer lugar, no repudiar a ninguno de los símbolos patrios. Se los podrá criticar e investigar, pero siguen siendo parte de nuestro país y juramos defenderlos.
  • Revisar la historia, Dudar de lo que nos cuentan con espíritu crítico, Investigar y difundir
  • Comprar el pabellón azul y blanco, que cuesta pero se consigue. Y colgarlo en los balcones. Pronto vamos a sorprendernos de ver cuántos somos. Es excelente la iniciativa gubernamental de que mostremos nuestras banderas. Del color que sean, nos identifican como Nación. Pero la azul y blanca es la que nos guió en los años gloriosos del inicio de nuestra vida nacional.
  • Cuando se desee vestir los colores de algún representativo deportivo nacional, elegir cuando lo hubiera, la indumentaria azul, cualquiera sea el deporte que nos guste. He resignado vestir orgullosamente la casaca a bastones, sabiendo que somos uno de los pocos seleccionados con ese diseño, por mantenerme fiel a mis principios. Bandera azul y blanca, camiseta azul y blanca.

* La Necesidad de la Reivindicación, y una reflexión final

Dejé este capítulo para el final, porque no estaba pensado originalmente entre las ideas a publicar, pero creo que no debe ser omitido. Surgió pocos días antes de publicar la nota.


No fue un capricho que nos cambiaran la bandera.

Cuando uno de pequeño en edad escolar observa las banderas de los países centroamericanos no deja de llamarle la atención el parecido con la nuestra.
Pero pronto alguien le dirá que la nuestra no es similar a la de aquellos países lejanos y olvidables. Cuando en realidad, la bandera debería ser la misma.
Es que la hermandad latinoamericana no se enseña(ba) en los colegios.
Y tampoco se enseña la campaña y vuelta al mundo de Hipólito Bouchard, que llevó el pabellón azul y blanco a las costas de California.

¿Alguien oyó a su maestro de primaria o de secundaria inclusive comentar sobre la campaña de Aury y tantos otros, y la influencia que las luchas de ambos a favor de la independencia de los pueblos de América tuvieron sobre el caudillo Manuel José Arce, que inspirado en las insignias que portaban los anteriores en sus viajes de corso, creó la bandera de las repúblicas de Centroamérica que luego devinieron en cinco banderas azules y blancas?
Seguramente que no, y muchos deben estar conociéndolos al leer este artículo (bienvenido si es así).

Mucho menos resulta casual que tampoco se enseñaba hasta ahora la gloriosa gesta de Obligado. Y no solo por la gesta, ni siquiera, porque Rosas estuviera al frente del gobierno de la Confederación Argentina. No era capricho este olvido, sino algo bien premeditado.
En todos estos casos citados, hay un denominador común:
LA BANDERA ARGENTINA ES AZUL Y BLANCA


Hasta aquí, podríamos pensar que la negación la podría haber ejercido alguna facción política. La que escribió la historia oficial, esa que revisionamos a cada momento, mal que les pese a los profetas del odio (porque resultó que son los mismos).


Pero además de todo esto, no debemos perder de vista que la Bandera Azul y Blanca es la que las dos potencias de entonces, Inglaterra primero y luego Francia (hoy los dos en el G7 y con veto en la ONU) debieron desagraviar con 21 cañonazos. Ellos nunca lo olvidaron.
La existencia de esa bandera, sería para siempre, contraria a sus intereses colonialistas y una reivindicación de la soberanía de los países de esta parte del mundo.
Seguramente, en este desagravio especialmente, debamos ver la razón por la cual, el imperio que nos supo colonizar económicamente, pretendió cambiarnos el color de la bandera…

Y fue precisamente en definitiva su mayor agente en nuestro país, el impulsor del cambio del color de la bandera. NADA es porque sí.
En estos días, la Presidenta de la Nación volvió a repetir el irrenunciable reclamo de soberanía argentina sobre las Malvinas, Georgias, Sandwich e
islas del Atlántico Sur. Y asistimos a una nueva negación de las autoridades británicas. No debemos cejar jamás en nuestro reclamo. Pero sería bueno hacerlo portando la bandera azul y blanca. Pues no le temen a la que nos impusieron ellos. Pero seguramente sí, porque ellos también tienen memoria, a la que debieron desagraviar.
Señora Presidenta, desde aquí, le solicitamos que revea su decreto último, y adopte la bandera más gloriosa que supimos tener y con la cual de
seguro, volveremos a Malvinas: AZUL y BLANCA.

20 de Junio de 2011 (último aniversario previo al bicentenario de la presentación de la bandera nacional por el General Manuel Belgrano al Ejército del Norte).


Algunas fuentes de este artículo