El antiperonismo, un mal que muta a lo largo de la historia
Por Víctor Ramos Miembro del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego.
Primero fue contra los indios, luego los gauchos, luego contra los soldados de la independencia y las guerras civiles, luego contra los peones rurales y finalmente contra los obreros. El antiperonismo es racismo
La creación del Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego levantó más polémica que cualquier programa de espectáculos en la televisión. Y eso es muy auspicioso. La Historia, que es una herramienta que puede ser utilizada para no repetir errores, y este instituto –que se debe dedicar a la investigación y a la divulgación– ya está cumpliendo sus trascendentes objetivos. El historiador y becario del CONI-CET, Luis Alberto Romero, continúa encendiendo la mecha de la polémica; ahora salió a los medios a denunciar a Faustino Siñeriz, vicepresidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET– por mandar una comunicación que según Romero parece: “Un texto de la Junta Militar, amenazando a todos, para que cada uno piense que tiene a un gendarme en su cabeza”, acusa. Pero la realidad es muy distinta. Parece mentira que un profesional de la Historia que debería ser riguroso con los datos, manipule los hechos de manera tan grosera. Esta situación pone en cuestión el método de análisis de Romero en cuanto a la historia, ya que falsea en nuestras narices un presente evidente. ¿Que habrá escrito en su profusa e inescrutable obra sobre el Medioevo?
Con motivo de la polémica contra el naciente instituto algunos académicos de la talla de Romero, Halperín Dongui, Sábato y Chiaramonte, se habían escudado en “la Universidad” en “el CONICET” en “la facultad” y esto naturalmente despertó la reacción de innumerables profesores e investigadores que siendo miembros de estas instituciones no se sintieron expresados por las ideas de estos referentes “liberales” o “sociales”. Esta situación determinó que el vicepresidente del CONICET señalara que los becarios que expresaran opiniones en el debate, no lo hicieran en nombre de la institución sino en forma personal ya que el CONICET es pluralista. ¿Cuál es la amenaza, señor Romero? “Me pegué un susto bárbaro, inmediatamente escribí para preguntarles qué querían decir”, aseguró el asustadizo académico. En una nota que suena a confesión, Luis Alberto Romero dice en el diario Clarín que: “Tras años de lidiar con el tema aprendí una cosa: en buena medida, el peronismo construyó al antiperonismo a su imagen. Creo que para la gente que disintió con Perón fue muy difícil no hacerse antiperonista. Por razones diversas, la primera casi de piel.” Romero se hace el dialéctico. Si el antiperonismo es cruel, persecutorio, fascista, asesino, fusilador e ilegal es porque el peronismo fue igual. “El antiperonismo es la imagen del peronismo”, dice Romero. Y agrega un condimento racista de contenido muy académico: es una cuestión “casi de piel”.
No es común observar en el ámbito universitario profesores abiertamente racistas –en cambio se escuchan solapados argumentos xenófobos envestidos de cuestiones migratorias– por eso las apreciaciones racistas de Luis Alberto Romero no deben quedar en el olvido ya que pueden contribuir a encontrar los fundamentos del antiperonismo.
No es como dice Romero en su pensamiento citado: “El antiperonismo es el reflejo del peronismo.” El peronismo no bombardeó el centro de la Ciudad de Buenos Aires provocando casi 400 muertos civiles; el peronismo no fusiló obreros, ni oficiales del ejército; tampoco el peronismo fue antidemocrático y proscribió a la oposición ni un día; contra los 18 años de los que fue víctima. No, Romero. El antiperonismo es un mal que muta a lo largo de la historia. Primero fue contra los indios, luego los gauchos, luego contra los soldados de la independencia y la guerras civiles, luego contra los peones rurales y finalmente contra los obreros. El antiperonismo es racismo. Lo que el académico Romero y una señora de la esquina de mi casa llaman una “cuestión de piel”
Estamos a la espera del debate con el presidente de nuestro instituto, doctor Mario “Pacho” O’Donnell, pero pareciera que le temen al más tolerante de todos los historiadores argentinos a quienes atacaron duramente llegando incluso a la descalificación personal. Salga del placard Luis Alberto Romero.