Desde
hace ya bastante tiempo que da vueltas en mi cabeza la idea de dejar unas
líneas acerca de la publicación por parte de los 17 nuevos iluminados de la
intelligentzia, de un documento que no por nuevo, aporta una visión diferente a
la que históricamente han publicado los diferentes medios que trabajan en las
sombras al servicio de los enemigos de la patria grande.
Para
poder hacerlo, sentí necesario antes, hacer un repaso de la historia. Como toda
la historia nacional sería inabarcable en este blog, traté de hacer foco, lo más
brevemente que me fue posible, en la nefasta influencia que la penetración del
imperio británico ha tenido en no pocos pensadores y plumas de nuestra patria.
Para
comenzar, y a modo de introducción quiero recomendar la lectura del libro “La
Otra Historia. El Revisionismo Nacional, Popular y Federalista” (Ed.Ariel 1ª
Ed. Abril 2012) realizado por varios patriotas que además, son historiadores
revisionistas, bajo la dirección de Pacho O’Donnell.
Uno
de ellos es el Doctor Marcelo Gullo, quien en la página 27 cita un comentario de
Hans Morgenthau que dice lo siguiente:
“El
imperialismo cultural es la más sutil y, en caso de llegar a triunfar por sí
sola, la más exitosa de las políticas imperialistas. No pretende la conquista
de un territorio o el control de la vida económica, sino el control de las
mentes de los hombres como herramienta para la modificación de las relaciones de
poder entre dos naciones.Si se pudiera imaginar la cultura y, más
particularmente, la ideología política de un Estado A con todos sus objetivos
imperialistas concretos en trance de conquistar las mentalidades de todos los
ciudadanos que hacen la política de un Estado B, observaríamos que el primero
de los Estados habría logrado una victoria más que completa y habría
establecido su dominio sobre una base más sólida que la de cualquier
conquistador militar o amo económico. El Estado A no necesitaría amenazar con
la fuerza militar o usar presiones económicas para lograr sus fines. .Para
ello, la subordinación del Estado B a su voluntad se habría producido por la
persuasión de una cultura superior y por el mayor atractivo de su filosofía
política”.
MORGENTHAU,
Hans, Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz, Buenos
Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1986, p. 86.
(La
cita de M.Gullo a dicho autor se puede encontrar en varios sitios dedicados al
Pensamiento Nacional a lo largo de toda la web).
¿Cómo
se entiende lo anterior? La historia argentina se encuentra surcada, desde la
independencia, por la interferencia por parte de la pérfida Albión, que, luego
de desistir en su intento por conquistarnos por las armas, decidió hacerlo a
través de la economía y peor aún, de muchas mentes nacionales.
Así,
primero obnubilaron a Rivadavia, lo mismo a su socio, Manuel José García, y a
Carlos María de Alvear, que es el tristemente célebre emisor de las siguientes
frases en los primeros días de 1815, es decir, poco antes de la declaración de
nuestra independencia:
“"Estas
provincias desean pertenecer a Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer su
gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condición
alguna a la generosidad y buena fe del pueblo inglés y yo estoy resuelto a
sostener tan justa solicitud para librarlas de los males que las afligen.”
“Inglaterra
no puede abandonar a su suerte a los habitantes del Río de la Plata en el acto
mismo que se arrojan en sus brazos generosos...”
Obviamente,
al tipo que tiene la más bella estatua de nuestra ciudad capital, alguna mente
pérfida de esas que tergiversaron nuestra historia quiso hacer llamar el
Libertador (de hecho, la avenida porteña que lleva tal nombre, intentaba
recordarlo, pero debió quitarse su nombre porque no resistía el más mínimo análisis).
No
hace falta volver a hacer hincapié en el hecho maldito siempre ocultado por
nuestra historia oficial, la heroica gesta de Obligado, que motivó el desagravio
con 21 cañonazos por parte de la flota británica a nuestra insignia azul y
blanca.
¿Y
por qué no nos han enseñado en la escuela que García vendió la Guerra con el
Brasil, o que años antes Alvear se arrodilló ante la corona británica, y nos
ocultaron Obligado? Pues porque de haberlo hecho, nos hubiéramos dado cuenta de
que Inglaterra había logrado mover los hilos de nuestra política, y por
consiguiente, de nuestra economía nacional.
Avanzando
en el tiempo, aparece don Bartolomé Mitre, tal vez el mayor cipayo de nuestra
historia, de quien ya he expuesto demasiado en otros tópicos. Habrá que decir
que en 1870 fundó el diario La Nación, tribuna de la doctrina que le dictó su
graciosa majestad, cuyos intereses siempre defendió por sobre los del pueblo de
su patria (el diario… y Bartolo también).
Durante
el Centenario, se nos hacía creer que éramos el “granero del mundo” y la sexta
potencia mundial, cuando en realidad sólo éramos la “granja de los ingleses”. Como
se podrá ver, todavía hay quienes añoran aquella época.
¿Habrá
muchos entre los 40 millones de argentinos que lo hayan vivido, o incluso sus
padres como para desearlo de tal forma? ¿o será una muestra más del imperialismo
cultural citado al inicio de la nota?
Avanzando
en el tiempo (la recorrida la hago a grandes rasgos como para no aburrir, pues
en definitiva esta nota será la antesala de la idea que pretendo mostrar)
aparece el “Estatuto legal del coloniaje” en 1933, con la firma del vergonzoso y
antinacional pacto Roca-Runciman, donde la oligarquía prácticamente se
arrodillaba frente al imperio británico... Literalmente. Si el propio vicepresidente
de la Nación, don Julio A. Roca (h) decía orondo que: “Argentina es parte integrante del Imperio Británico”.
Si
hasta da indignación y vergüenza el volver a leerlo…
Por
suerte para nuestra patria, por aquellos años surgían don Arturo Jauretche, Raúl
Scalabrini Ortiz y todo el grupo de FORJA, como también la corriente de lo que
se denominó el revisionismo histórico.
Y más
tarde lo hizo el General Perón, y tras él su pueblo un 17 de octubre, para
juntos, cursar los que fueron hasta entonces los 10 años más felices de nuestra
patria.
Todo
ello fue posible por la fuerza de nuestro pueblo, pero también porque
Inglaterra, luego de la Segunda Guerra Mundial, debió dedicarse a su reconstrucción
y nos dejó de lado en parte (pues no se olvidó de retener los saldos favorables
de nuestras exportaciones por caso).
La
última aparición importante de la mano invisible de la pérfida albión en nuestra
política fue la así llamada Revolución Libertadora, que vino a liberar a los
intereses británicos en nuestro país (y a sus muchos defensores internos) de la
influencia de la corriente nacionalista popular, democrática y participativa
que representó el peronismo.
La
guerra fría llevaría por otros caminos a los vendepatria vernáculos. El eje ya
era otro. Y no habría lugar para terceras posiciones de momento.
A la
Corona no le importó. El daño ya estaba hecho. La penetración cultural, a lo
largo de los 100 años que iban desde Caseros hasta entonces, haría el resto del
trabajo. A cada zonzo viejo que moría, le aparecía una zonza preñada, como decía
Jauretche, y así, las consignas de la historia falsificada, se siguieron
repitiendo año tras año, en especial, desde las instituciones que se suponía
serias como la tribuna de doctrina, o la Academia Nacional de la Historia
(sobre la que volveremos pronto).
Hasta
que llegó Malvinas, y se hizo imposible ya reconciliar a la mentira histórica,
con la realidad de 1982…
Pero
las consecuencias de aquella contienda serán motivo de otra nota.
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